Me he dado cuenta, querido blog, de que no he escrito una despedida para el 2020 como Dios manda. Después de emocionarme al leer Joie de Vivre, un precioso post en el blog de La chica de los jueves, he comprendido que debería de haberle dicho al 2020 unas bonitas palabras. Estamos a nueve de Enero, así que, espero no haber llegado tarde.
Este 2020 ha sido un año cargado de dolor, de esperanzas rotas, de tristeza, de desesperación y oscuridad. Y sobre todo, ha sido un año cargado de muerte. Personas que no deberían de haber muerto, han terminado en un hospital frío, solos sin su familia y sabiendo que no van a sobrevivir nunca. Sabiendo que en pocos días van a morir. Y yo aún me quejo por llevar mascarilla o por cualquier otra tontería. Hay personas que piensan que el covid no existe y se inventan alguna tontería sin pies ni cabeza. Se lo cogen a broma y se que si sus abuelos fallecieran, se replantarían muchas cosas. Quizás estén llenos para siempre de culpa y remordimientos.

Pero tampoco puedo olvidar todas las cosas bonitas que el 2020 ha hecho por mi. No puedo dejarme llevar por la negatividad, aunque mejor no olvidar que existe. Este año me he encontrado a mi misma. He descubierto una importante parte de mi que no sabía que existía. Mis amigos han estado ahí para mi cuando más los necesitaba y yo he estado ahí para ellos. He tenido mis metas más claras que nunca. He descubierto buena música y buenos actores. He leído a escritores que han cambiado mis gustos literarios y he llegado a la conclusión de que el rojo es mi segundo color favorito.
Y he echado en falta a mi querido blog. En los últimos meses no he escrito muchos posts y soy sincera cuando digo que una parte de mi siempre quería volver y vomitarlo todo en una hoja blanca. Pero nunca he dejado de escribir. Porque escribir me da esperanza, me emociona y es una especie de terapia para mi. Puedo crear a un detective, un asesino, una princesa o una persona bastante realista con sus demonios. O simplemente puedo escribir sobre mi día a día, mis chorradas y problemas y tener un pequeño blog lleno de… cualquier palabra bonita que ahora no me sale.
En este 2020, hemos aprendido a valorar las pequeñas cosas y a no ser tan materialistas. Esto, es lo que ha hecho que este año sea tan especial. He valorado el aroma de las flores, ver las nubes tumbada en la fresca hierba, los preciosos senderos de las montañas, las risas, las calles con chicles incrustados en el suelo, los adolescentes con la música a tope de volumen, los abuelos cogidos de la mano y aún enamorados a pesar de los años transcurridos, un niño leyendo un libro gordo, la biblioteca con ese ambiente lleno de inteligencia, las ciudades llenas, los abuelos bailando que cotilleamos desde la ventana, los chillidos de entusiasmo y demasiadas cosas más que te cansarías de leer.

Nunca olvidaremos el 2020 por todas las cosas bonitas que nos ha dado y el terror que ha infundado en cada uno de nuestros cuerpos. Así que esta es mi despedida, querido blog, y espero que este 2021 sea mucho mejor. Principalmente, hay una meta que me encantaría cumplir este año. Ser feliz. Y de momento, me da la sensación de que voy por el camino correcto.
Palabras Cosidas