El balcón de enfrente

Este no va a ser un post lleno de negatividad, porque parece que siempre estamos hablando en todos los blogs de lo mismo. Hoy no hablaré de todos los daños que este confinamiento está provocando, hoy no. Hoy tampoco hablaremos de como saldremos, si mejor o peor. Hoy vamos a hablar de un balcón, uno muy especial. Por la noche, mientras miro algún que otro episodio de Jane the Virgin, escucho fuertes aplausos cada vez a las ocho y un alboroto increíble. Y como no, salgo. No me quedo con las ambulancias, bomberos y demás pasando a toda velocidad. No me quedo con el sonido reconfortante de los aplausos. No me quedo con la imagen de un montón de vecinos que salen en pijama y con el pelo hecho una bola ( de todas formas, no creo que alguien se lo peine si no tiene pensado salir de casa ). Yo me quedo con el balcón, un balcón como cualquier otro.

Ya se que en la imagen no sale ningún balcón, pero es que me gusta demasiado como para dejarla pasar.

Mientras que yo tan solo pienso que no voy a aguantar, ese balcón pone música a tope ( bueno, el balcón no, la persona que está en el balcón ). Y esa música anima, aunque no lo parezca. Y pienso: Vaya, mis vecinos están de fiesta y yo aquí estoy, haciendo un maratón de episodios. Y ese pensamiento puede que llegue a tocarme un poco en el fondo, me hace pensar en todas las cosas que pensaba hacer en este confinamiento y que no he hecho. Había pensado en hacer ejercicio cada día y la primera semana ( y media también, ojo ) cumplí mi promesa, pero luego paré en seco y ya no me he vuelto a subir encima de la estorilla esa azul. También pensé en empezar un libro de unas mil y algo páginas y voy por la cuatrocienta página, que no está mal, pero en todo el tiempo libre que tengo hace que si esté mal. Y encima, el libro gordo ese es Apocalipsis, que va sobre un virus gripal. Pensé que me iba a afectar ese libro muy seriamente cuando lo empecé, pero no es así. Yo se que no voy a morir y eso marca la diferencia.

Había pensado también en continuar escribiendo una historieta ( que ya lleva cinquenta páginas, por cierto ) y escribir cada día cinco páginas. Pero hoy no tengo ganas de sumergirme en ese mundo. Hoy tengo ganas de escribir aquí en el blog, sobre cosas reales. Y mientras tanto voy escuchando canciones de hace mil años que considero mucho mejores que las que están saliendo en estos momentos por la radio. Que queréis que os diga, no me mola mucho el reggaeton… Y ahora mismo estoy pensando en todo lo que me hace pensar ese dichoso balcón. En todas las líneas que han surgido de un simple… balcón.

Y cuando llega la noche, siempre tengo ganas de escuchar la música que ponen, pausar el episodio y salir a tomar el aire nocturno ( que por suerte por la noche no hay abejas ). Y al ver a tanta gente junta, a todos tan unidos hace que tenga más ganas de aplaudir. Y si, puede que no estemos actuando como toca en algunos puntos, pero lo que importa es el resultado final y estoy segura de que lo vamos a superar, como lo hemos superado todo. Esto no tiene nada que ver, pero hoy he leído un post de la chica de los jueves que me ha hecho reflexionar de verdad. Por suerte, estamos todos bien. Y como ella decía, que maravilloso es poder decir que toda nuestra familia se encuentra bien. El solo hecho de pensar que alguno de mis familiares pueda estar prendiendo de un hilo entre la vida y la muerte me produce verdadero terror. Aunque todo con el tiempo se supera, prefiero que no pase, no estos días. Pueden morir dentro de unos años, cuando les toque de verdad, pero no ahora, no con esta mierda de virus.

Este será probablemente, uno de los posts más largos que haya escrito en mi pequeño blog. Tenía tantas cosas que decir que lo he vomitado todo sobre el portátil. Y para finalizar este remolino de emociones, quería simplemente deciros desde aquí que hagáis como el balcón. Que no os dejéis llevar por la negatividad como yo a veces estoy haciendo. Lo mejor que podéis hacer no es tragaros diez episodios de una serie que más bien parece una telenovela cutre pero cutre, lo que tenéis que hacer es salir a vuestro propio balcón y aplaudir con fuerza. Con tanta fuerza que vuestros vecinos os mirarán raro, pero solo así os sentiréis libres. Y yo prometo hacerlo también, esta noche ( noche tampoco será, que con el cambio de hora aún será de día ). Lo único que se es que nuestra historia no será como el libro de Apocalipsis, nuestra historia va a ser verdadera y, para que negarme, mucho mejor. Ánimo.

Palabras Cosidas


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